ESPIRITUALIDAD y ENTORNO

Eduardo Andrés Agosta Scarel es Carmelita desde 1999. Máster en
Ciencias de la Atmósfera (2000) y doctor en Ciencias Atmosféricas y del
Océano (2006) por la Universidad de Buenos Aires, ha realizado estudios
postdoctorales en Dinámica de la alta troposfera y baja estratosfera
(2008). Actualmente es catedrático de la Universidad Católica Pontificia
de Argentina (Buenos Aires), autor de numerosas publicaciones nacionales
e internacionales y miembro del Consejo Nacional de Investigación
Técnica y Científica.

Fray Eduardo Agosta Scarel, O. Carm.


Como Carmelita, aprendí que la contemplación no es algo estático, sino el espacio interior donde la espiritualidad abraza todo lo creado.

Podemos considerar efectivamente la realidad entera, material y espiritual, a la luz del dinamismo Trinitario: el poder de Dios, la humanidad y (demás) criaturas (visibles e invisibles), en interrelación; el poder de Dios – el Espíritu Santo – como fuente que sustenta toda la realidad.

En la contemplación estamos llamados a descubrirlo o a tomar progresivamente conciencia de ello, de la fuerza del amor de Dios comunicada a la humanidad, presente en cada ser humano y en cada cosa creada; este proceso reclama una profunda transformación personal mediante la oración, la vida comunitaria y el servicio, que son los caminos de la contemplación.


Además, la Ecología (oikos-logía en griego) es la actividad humana que se ocupa de la gestión integral de la Naturaleza, por ejemplo de las cosas creadas y de la humanidad, con el fin de reglar las relaciones intrínsecas (logiei) que mantienen entre sí dentro de la Tierra, nuestra casa común (oikos). “Integral” supone que se tome también en cuenta la frecuentemente olvidada dimensión
divina. Por consiguiente, la expresión crisis ecológica, o crisis del medio ambiente, significa que la gestión integral de dichas relaciones está en peligro. Y probablemente la crisis radica en que se ha silenciado la dimensión divina de la realidad, actitud característica de nuestras sociedades occidentales. El origen de la presente crisis ecológica tiene que ver con el tipo de relaciones que la humanidad establece con Dios y con la Naturaleza. Si esto es así, podemos ver en la contemplación la posibilidad más profunda de redescubrir la dimensión divina de la realidad. De modo que oración, comunidad y servicio pueden apoyarse mutuamente en el esfuerzo por dar a la Naturaleza la posibilidad de recuperarse. Tal es el vínculo entre espiritualidad y ecología.

Raíces espirituales de la crisis ecológica

La comprensión del vínculo entre ecología y espiritualidad requiere, en primer lugar, que consideremos la contemplación como un camino espiritual íntimamente relacionado con el proceso de nuestro auto-conocimiento como seres humanos, tanto de los aspectos luminosos como de los aspectos oscuros de nuestra personalidad. Lo cual forma parte del camino siempre perfectible hacia la madurez afectiva, intelectual y sexual: tres dimensiones que se pueden considerar como
manifestaciones del dinamismo del deseo humano. Su integración será posible y se perfeccionará si existe un proyecto ético y existencial por parte de la persona.

Para los Carmelitas, por ejemplo, el proyecto consiste en vivir en obsequio de Jesucristo (Regla del Carmelo, 1), con todas las consecuencias descritas en nuestra regla de vida. Es decir que se trata de un itinerario espiritual para crecer en humanidad.

Dios nos ha creado para eso: para crecer continuamente en humanidad, manteniendo relaciones de armonía con Él y con la creación, modeladas sobre el dinamismo trinitario que mencionábamos anteriormente. En segundo lugar, debemos entender que las raíces.


La espiritualidad puede ser a la vez propuesta ecológica e itinerario personal hacia una transformación curativa. La enseñanza de nuestros maestros, san Juan de la Cruz, santa Teresa y Juan de san Samson entre otros, se basa principalmente en el dinamismo espiritual tradicional y carmelitano del vacare Deo. Según esta tradición contemplativa, el camino espiritual hace madurar

El deseo humano. En otras palabras: si queremos que madure el deseo humano necesitamos canalizar sus fuerzas intrínsecas hacia metas sanas, tanto para cada persona como para la sociedad, lo cual tendrá claros efectos curativos en la creación.

El dinamismo del vacare Deo (literalmente: vaciarse para Dios), o lo que es lo mismo, vivir en el dinamismo de la presencia de Dios, implica reconocer la fundamental prioridad de Dios en nuestras vidas. Juan de la Cruz dice que el másprofundo deseo humano es el deseo de Dios. Por eso el deseo humano presenta esas características tan peculiares que han asombrado a los psicólogos de todos los tiempos: es al mismo tiempo deseo infinito de todo y nada. Por consiguiente, ambiguo. Es decir que lo queremos todo ahora mismo, de dondequiera que venga, sin saber exactamente de qué se trata. El deseo humano es el deseo de lo imposible (véase Carlos Domínguez Morano, Jesuita y psicólogo).

Así pues, el camino existencial y espiritual de una vida humana consiste en prestar atención a y esforzarse por [desear] lo que realmente es importante, como hizo María (cf. Lc 2, 19) y según el consejo de Jesús. Sólo cuando la persona está centrada, por ejemplo, cuando toda la fuerza de su deseo está canalizada hacia Dios, puede gozar de paz y equilibrio. San Juan de la Cruz lo indica muy
claramente en este fragmento:

“Siempre ha menester acordarse el discreto lector del intento y fin que en este libro llevo, que es encaminar al alma por todas las aprehensiones de ella, naturales y sobrenaturales, sin engaño ni embarazo, en la pureza de la fe, a la divina unión con Dios” (2S 28, 1).

Por eso el principal objetivo del santo carmelita es ayudar a las personas a orientarse hacia Dios, entrando en sí mismos, porque el centro del alma es Dios (Llama de Amor Viva 1, 3).

Su poema Cántico Espiritual define exquisitamente el camino espiritual y existencial humano:
Esposa:

  1. ¿Adónde te escondiste, Amado,
    y me dejaste con gemido?
    Como el ciervo huiste,
    habiéndome herido;
    salí tras ti clamando, y eras ido.

Nada ni nadie sobre la tierra puede llenar la morada de Dios en el corazón humano, el espacio vacío reservado para Él. Sólo el Espíritu de Dios puede cauterizar la herida divina.

La enseñanza de san Juan de la Cruz explica que el deseo humano corre el riesgo de fragmentarse en multitud de deseos inmoderados, apegados a ciertas personas o cosas.

El fraile carmelita nos previene contra esa dolencia mediante la purificación del deseo, orientando toda su fuerza interior hacia Aquel que puede realmente hacernos disfrutar de una vida humana en
plenitud, con total paz y armonía interior. “La noche oscura del alma” coincide con este proceso. No se trata de eliminar u ocultar los obstáculos de nuestras adicciones o deseos inconscientes, sino de encararlos y superarlos en el proceso de vaciamiento de la noche.

Por otra parte, vaciarse espiritualmente no significa carecer de cosas, de bienes materiales o espirituales (en cierta medida los necesitamos, pues no somos ángeles), sino ser dueño se sí mismo, saber dominar nuestro deseo de poseerlos inmoderadamente o el interés excesivo que pueden despertar en nosotros:


“Y por eso llamamos esta desnudez noche para el alma, porque no tratamos aquí del carecer de las cosas, porque eso no desnuda al alma si tiene apetito de ellas, sino de la desnudez del gusto y apetito de ellas, que es lo que deja el alma libre y vacía de ellas, aunque las tenga.
Porque no ocupan al alma las cosas de este mundo ni la dañan, pues no entra en ellas, sino la voluntad y apetito de ellas que moran en ella”
(1S 3, 4).

Sólo cuando nos despojamos de las seguridades humanas (conocer, poseer, dominar) descubrimos nuestro verdadero valor: no reside en el conocimiento, en la posesión o en el poder, sino en nuestra capacidad de Dios, en Dios mismo, que da plenitud a la vida humana.

Pero las sociedades desacralizadas sólo conocen el recurso de la estimulación consumista frente al deseo humano ilimitado. Hoy día afrontamos fuertemente las consecuencias de una humanidad sin Dios. Los desastres naturales, el cambio climático, la polución atmosférica y del agua, la injusticia social, el empobrecimiento de tantos pueblos, entre otras cuestiones sociales y medioambientales, proceden de modelos insostenibles de producción y consumo, fomentados por una economía
que se apoya en el eternamente insatisfecho deseo del hombre sin Dios.

La llamada espiritual a la contemplación, descrita por san Juan de la Cruz
como proceso de maduración del deseo, es una propuesta que puede sanar tanto a
las personas como al planeta.

El camino espiritual contemplativo de transformación por medio de la oración, la comunidad y el servicio puede fomentar una recuperación personal, comunitaria y planetaria en la medida en que los elementos de esa espiritualidad nos ayudan a tomar conciencia de que:

  • Pocas cosas son realmente necesarias (la sobriedad como estilo de vida personal y comunitario).
  • Muchas veces, “poco” encierra “mucho” y es “bastante” (“Solo Dios basta”, solía decir santa Teresa).
  • La insatisfacción forma parte de la vida (aceptémoslo con tranquilidad).
  • Los deseos y aspiraciones humanas son infinitos porque estamos hechos para Dios.

Las acciones locales de nuestras comunidades tienen consecuencias globales. Cambiemos urgentemente los hábitos de nuestra vida común que pueden afectar la salud planetaria. Deberíamos también esforzarnos por fomentar una nueva economía de las necesidades humanas, en vez de una economía de máxima rentabilización que funciona sencillamente contra todo y
contra todos.

El momento presente nos apremia a abrir los ojos de muchas personas a la necesidad de preservar la calidad de la vida y la existencia de las criaturas que pueblan la tierra, de forma que todas ellas, y también nosotros, podamos continuar nuestro camino diciendo que Dios pasó por nosotros y, yéndonos mirando, vestidos nos dejó de hermosura.

UISG – Boletín Número 147 – 2011
31Eduardo Agosta Scarel, O. Carm.

«Y pasaré los fuertes y fronteras»



CARMELO ECUMENICO E INTERRELIGIOSO

Llama de Amor Viva en 47 idiomas

(Llama de Amor Viva en cuarenta y siete idiomas) A. P. Alencart (ed.)

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¿Adónde te escondiste…?

El Cántico Espiritual encierra una gran sabiduría, así que vamos a ir haciendo como un recorrido, a través de algunas de las principales canciones.

Ya sabes que lo más genial de Juan de la Cruz es su vida, es su vivencia, es la experiencia grande de Dios.

En cuanto a su palabra la poesía tiene una fuerza,  tiene magia, tiene una gracia especial, y por eso vamos a irnos acercando a algunos de los versos de Juan de la Cruz para que nos remueva las entrañas, para que nos enseñe a orar, para que nos pongan en camino.

Hemos repetido continuamente que todos nosotros estamos aprendiendo a orar, y se aprende a orar cuando una persona se pone a orar, y se pone en silencio, delante de Dios con su verdad.

Vamos a coger la invitación de Juan de la Cruz a emprender un camino. Lo vamos a hacer durante este año, durante distintos domingos, y yo voy a sugeriros algunas ideas para pasar a un segundo momento que va ser hacer oración.

Entonces vamos hacer silencio juntos, vamos a poner alguna canción, y vamos a orar el itinerario de Juan de la Cruz en el cántico espiritual, que encierra como un proceso, como un camino.

La vida de cada uno de nosotros es un camino,  un constante caminar, donde vamos evolucionando, vamos avanzando, vamos retrocediendo, vamos profundizando, nos vamos dejando, y vamos descubriendo…

El primer momento de San Juan de la Cruz dentro del Cántico es un grito desgarrado, es un grito sin anestesia, y es el grito «¿adónde te escondiste, amado?»

Vamos a conjugar un poco este grito de Juan de la Cruz, y vamos a hacerlo, a tratar de hacer oración, en cada uno de nosotros.

Si San Juan de la Cruz, nombre místico, buscador de Dios, un hombre que ha contado la belleza de Dios de una forma tan bonita, diciendo a donde te escondiste…

Si él sintió que Dios se le perdía …, que aquél que le había tocado, que le había enamorado, de repente no sabía dónde estaba…

La pregunta es ¿cómo no se me va perder a mi? ¿cómo no se nos va perder a nosotros?

Como jugamos a veces perseguir que no se nos pierda, como jugamos a veces a tener a Dios bien amarrado, o bien enjaulado.

¿La vida espiritual consiste en tener a Dios bien sujeto donde yo sé que él me va a regalar su gracia? o ¿no será la vida espiritual el comienzo de todo un grito, humilde, sincero que dice:

¡Señor, ¿dónde estás? ¿dónde te puedo encontrar?…”

.

Raíces, tentaciones y milagros a escena de San Juan de la Cruz

La Semana Sanjuanista es uno de los eventos culturales con más solera de cuantos se realizan en la ciudad patrimonial; no en vano, este año celebra su cuadragésimo tercera edición. Una cita que nació en el seno de la comunidad de Carmelitas Descalzos con el objetivo de dar a conocer la figura de San Juan de la Cruz, que ha sido, es y será fuente de inspiración para artistas de muy diversa índole, pues han dedicado obras al santo abulense escritores, directores de cine, músicos, pintores y un largo etcétera a lo largo de la historia.

Una semana en la que se celebran una serie de conferencias en torno al místico en la que se abordan distintos temas —como el amor, la verdad o la importancia que tiene San Juan de la Cruz en la Escandinavia luterana—, porque la vida y la obra del carmelita descalzo puede ser interpretada desde muy distintos ángulos y perspectivas. Los coloquios contarán con la intervención de los mejores especialistas, tanto nacionales como internacionales, sobre la figura del santo abulense.

La cita comenzará el 19 de octubre —con el estreno en España del concierto del “Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz”, con música y dirección de

Continua en Diario de Jaén

Juan de la Cruz entre papeles

Convento de Carmelitas Descalzos Segovia

En 1589, San Juan de la Cruz llega a Segovia para cumplir el encargo de Santa Teresa de Jesús de adquirir varias casas donde vivieran las monjas de la Orden Carmelita en la ciudad y de fundar un convento masculino de la Orden. San Juan de la Cruz, por aquellos días Fray Juan, se presenta ante el escribano de número de la ciudad, un notario llamado Pedro de San Martín. Fray Juan compra varias tierras y casas en nombre de la Orden del Carmen Descalzo, en Segovia adquiere terrenos en la colación de San Marcos, junto al Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla y lindando con las fincas que rodean a la carretera de Zamarramala, donde hoy, todavía, se encuentra el convento de los carmelitas y donde el propio San Juan de la Cruz está enterrado en parte, el resto se conserva en Úbeda donde fallece.

La importancia de los documentos que expone el Archivo Histórico este mes radica no sólo en su protagonista, sino en que el propio San Juan de la Cruz los firma de su puño y letra. El Santo firma como ‘Fray Juan’, excluyendo su título de ‘Don’ que como bachiller de Salamanca podía usar. San Juan de la Cruz escribe su nombre y acude a un acrónimo en la última parte de su autógrafo: sustituye el término ‘cruz’ por una cruz dibujada. La pobreza y humildad que propugnaba Santa Teresa se refleja en la manera de presentarse del fraile, asceta y poeta que viaja hasta Segovia para hacer los encargos de la madre fundadora.

La compraventa relaciona los bienes adquiridos a Gaspar de Herrera, clérigo y presbítero que administraba los bienes del Hospital de la Misericordia. Se trataba de dos casas y una cerca con álamos y pozo manantial, que pasará a ser del convento masculino de los carmelitas y que hasta entonces había pertenecido al Hospital. En el documento también se describe cómo son estos inmuebles, quiénes son los vecinos que lindan con ellos, cuánto vale la compra y cómo se debe pagar.

La forma de pago pone de manifiesto que los carmelitas no tenían demasiado capital ya que difieren el abono de los bienes adquiridos en tres plazos. El primero, el día de San Miguel, es decir, concluidas las cosechas, momento de entrada de capitales en las arcas conventuales; el segundo, en febrero, a principios de Cuaresma, cuando se reciben las limosnas fruto de las penitencias de esta época; y el tercero, un año después, también por San Miguel.

Junto a la firma de San Juan de la Cruz, aparecen la del notario que realiza la escritura, Pedro de San Martín, y, por la parte vendedora y en nombre del Hospital de la Misericordia, la del administrador, Don Gaspar de Herrera.

La actividad ‘Tesoros ocultos del Archivo’ es una propuesta divulgativa del centro cultural de la Junta de Castilla y León en Segovia destinada a dar a conocer los fondos documentales que custodia. Todos los meses, se exponen en el patio del Palacio de los Ortega Lara, sede del Archivo, documentos escogidos, con la intención de poner a disposición del público el patrimonio escondido de la provincia de Segovia.

Los visitantes pueden conocer el documento en el Archivo Histórico Provincial hasta el 11 de diciembre, en el horario habitual de apertura al público.

Tomado de:

El Adelantado Segovia.JPG