Tiempo de la Creación 2020

El sábado 12 de septiembre de 2020, la Asamblea Episcopal Ortodoxa de España y Portugal y el Arzobispado de Madrid (Iglesia Católica Romana), celebrarán la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación (JMOCC 2020) invitando a la ciudadanía madrileña a reflexionar sobre la importancia de ser “Custodios de la Vida”.

Presidirán estos actos el cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro Sierra, el metropolita monseñor Policarpo (Patriarcado Ecuménico de Constantinopla) y el obispo ortodoxo rumano, monseñor Timotei.

El evento tendrá lugar a las 12:00 h y se retransmitirá online a través del canal de Youtube de la Comisión Diocesana de Ecología Integral y del MCMC.

CARMELO ECUMENICO E INTERRELIGIOSO

 

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El Tiempo de la Creación es un tiempo para renovar nuestra relación con el Creador y con toda la creación por medio de la celebración, la conversión y el compromiso. Nos unimos a nuestras hermanas y hermanos de la familia ecuménica en oración y acción por nuestra casa común. [Sigue leyendo]

Invitación de la Comisión Diocesana de Ecología Integral

Desde la CDEI os invitamos a celebrar el Tiempo de la Creación. Desde el 1 de septiembre y hasta el 4 de octubre, cristianos de todo el mundo se unirán desde la oración y la acción profética, para dar gracias a Dios por toda su creación, especialmente por nuestra Casa Común, el planeta Tierra.. [Sigue leyendo]

Vídeo del Papa. Respeto a los recursos del Planeta

Estamos exprimiendo los bienes del planeta. Exprimiéndolos, como si fuera una naranja. Países y empresas del…

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ESPIRITUALIDAD y ENTORNO

Eduardo Andrés Agosta Scarel es Carmelita desde 1999. Máster en
Ciencias de la Atmósfera (2000) y doctor en Ciencias Atmosféricas y del
Océano (2006) por la Universidad de Buenos Aires, ha realizado estudios
postdoctorales en Dinámica de la alta troposfera y baja estratosfera
(2008). Actualmente es catedrático de la Universidad Católica Pontificia
de Argentina (Buenos Aires), autor de numerosas publicaciones nacionales
e internacionales y miembro del Consejo Nacional de Investigación
Técnica y Científica.

Fray Eduardo Agosta Scarel, O. Carm.


Como Carmelita, aprendí que la contemplación no es algo estático, sino el espacio interior donde la espiritualidad abraza todo lo creado.

Podemos considerar efectivamente la realidad entera, material y espiritual, a la luz del dinamismo Trinitario: el poder de Dios, la humanidad y (demás) criaturas (visibles e invisibles), en interrelación; el poder de Dios – el Espíritu Santo – como fuente que sustenta toda la realidad.

En la contemplación estamos llamados a descubrirlo o a tomar progresivamente conciencia de ello, de la fuerza del amor de Dios comunicada a la humanidad, presente en cada ser humano y en cada cosa creada; este proceso reclama una profunda transformación personal mediante la oración, la vida comunitaria y el servicio, que son los caminos de la contemplación.


Además, la Ecología (oikos-logía en griego) es la actividad humana que se ocupa de la gestión integral de la Naturaleza, por ejemplo de las cosas creadas y de la humanidad, con el fin de reglar las relaciones intrínsecas (logiei) que mantienen entre sí dentro de la Tierra, nuestra casa común (oikos). “Integral” supone que se tome también en cuenta la frecuentemente olvidada dimensión
divina. Por consiguiente, la expresión crisis ecológica, o crisis del medio ambiente, significa que la gestión integral de dichas relaciones está en peligro. Y probablemente la crisis radica en que se ha silenciado la dimensión divina de la realidad, actitud característica de nuestras sociedades occidentales. El origen de la presente crisis ecológica tiene que ver con el tipo de relaciones que la humanidad establece con Dios y con la Naturaleza. Si esto es así, podemos ver en la contemplación la posibilidad más profunda de redescubrir la dimensión divina de la realidad. De modo que oración, comunidad y servicio pueden apoyarse mutuamente en el esfuerzo por dar a la Naturaleza la posibilidad de recuperarse. Tal es el vínculo entre espiritualidad y ecología.

Raíces espirituales de la crisis ecológica

La comprensión del vínculo entre ecología y espiritualidad requiere, en primer lugar, que consideremos la contemplación como un camino espiritual íntimamente relacionado con el proceso de nuestro auto-conocimiento como seres humanos, tanto de los aspectos luminosos como de los aspectos oscuros de nuestra personalidad. Lo cual forma parte del camino siempre perfectible hacia la madurez afectiva, intelectual y sexual: tres dimensiones que se pueden considerar como
manifestaciones del dinamismo del deseo humano. Su integración será posible y se perfeccionará si existe un proyecto ético y existencial por parte de la persona.

Para los Carmelitas, por ejemplo, el proyecto consiste en vivir en obsequio de Jesucristo (Regla del Carmelo, 1), con todas las consecuencias descritas en nuestra regla de vida. Es decir que se trata de un itinerario espiritual para crecer en humanidad.

Dios nos ha creado para eso: para crecer continuamente en humanidad, manteniendo relaciones de armonía con Él y con la creación, modeladas sobre el dinamismo trinitario que mencionábamos anteriormente. En segundo lugar, debemos entender que las raíces.


La espiritualidad puede ser a la vez propuesta ecológica e itinerario personal hacia una transformación curativa. La enseñanza de nuestros maestros, san Juan de la Cruz, santa Teresa y Juan de san Samson entre otros, se basa principalmente en el dinamismo espiritual tradicional y carmelitano del vacare Deo. Según esta tradición contemplativa, el camino espiritual hace madurar

El deseo humano. En otras palabras: si queremos que madure el deseo humano necesitamos canalizar sus fuerzas intrínsecas hacia metas sanas, tanto para cada persona como para la sociedad, lo cual tendrá claros efectos curativos en la creación.

El dinamismo del vacare Deo (literalmente: vaciarse para Dios), o lo que es lo mismo, vivir en el dinamismo de la presencia de Dios, implica reconocer la fundamental prioridad de Dios en nuestras vidas. Juan de la Cruz dice que el másprofundo deseo humano es el deseo de Dios. Por eso el deseo humano presenta esas características tan peculiares que han asombrado a los psicólogos de todos los tiempos: es al mismo tiempo deseo infinito de todo y nada. Por consiguiente, ambiguo. Es decir que lo queremos todo ahora mismo, de dondequiera que venga, sin saber exactamente de qué se trata. El deseo humano es el deseo de lo imposible (véase Carlos Domínguez Morano, Jesuita y psicólogo).

Así pues, el camino existencial y espiritual de una vida humana consiste en prestar atención a y esforzarse por [desear] lo que realmente es importante, como hizo María (cf. Lc 2, 19) y según el consejo de Jesús. Sólo cuando la persona está centrada, por ejemplo, cuando toda la fuerza de su deseo está canalizada hacia Dios, puede gozar de paz y equilibrio. San Juan de la Cruz lo indica muy
claramente en este fragmento:

“Siempre ha menester acordarse el discreto lector del intento y fin que en este libro llevo, que es encaminar al alma por todas las aprehensiones de ella, naturales y sobrenaturales, sin engaño ni embarazo, en la pureza de la fe, a la divina unión con Dios” (2S 28, 1).

Por eso el principal objetivo del santo carmelita es ayudar a las personas a orientarse hacia Dios, entrando en sí mismos, porque el centro del alma es Dios (Llama de Amor Viva 1, 3).

Su poema Cántico Espiritual define exquisitamente el camino espiritual y existencial humano:
Esposa:

  1. ¿Adónde te escondiste, Amado,
    y me dejaste con gemido?
    Como el ciervo huiste,
    habiéndome herido;
    salí tras ti clamando, y eras ido.

Nada ni nadie sobre la tierra puede llenar la morada de Dios en el corazón humano, el espacio vacío reservado para Él. Sólo el Espíritu de Dios puede cauterizar la herida divina.

La enseñanza de san Juan de la Cruz explica que el deseo humano corre el riesgo de fragmentarse en multitud de deseos inmoderados, apegados a ciertas personas o cosas.

El fraile carmelita nos previene contra esa dolencia mediante la purificación del deseo, orientando toda su fuerza interior hacia Aquel que puede realmente hacernos disfrutar de una vida humana en
plenitud, con total paz y armonía interior. “La noche oscura del alma” coincide con este proceso. No se trata de eliminar u ocultar los obstáculos de nuestras adicciones o deseos inconscientes, sino de encararlos y superarlos en el proceso de vaciamiento de la noche.

Por otra parte, vaciarse espiritualmente no significa carecer de cosas, de bienes materiales o espirituales (en cierta medida los necesitamos, pues no somos ángeles), sino ser dueño se sí mismo, saber dominar nuestro deseo de poseerlos inmoderadamente o el interés excesivo que pueden despertar en nosotros:


“Y por eso llamamos esta desnudez noche para el alma, porque no tratamos aquí del carecer de las cosas, porque eso no desnuda al alma si tiene apetito de ellas, sino de la desnudez del gusto y apetito de ellas, que es lo que deja el alma libre y vacía de ellas, aunque las tenga.
Porque no ocupan al alma las cosas de este mundo ni la dañan, pues no entra en ellas, sino la voluntad y apetito de ellas que moran en ella”
(1S 3, 4).

Sólo cuando nos despojamos de las seguridades humanas (conocer, poseer, dominar) descubrimos nuestro verdadero valor: no reside en el conocimiento, en la posesión o en el poder, sino en nuestra capacidad de Dios, en Dios mismo, que da plenitud a la vida humana.

Pero las sociedades desacralizadas sólo conocen el recurso de la estimulación consumista frente al deseo humano ilimitado. Hoy día afrontamos fuertemente las consecuencias de una humanidad sin Dios. Los desastres naturales, el cambio climático, la polución atmosférica y del agua, la injusticia social, el empobrecimiento de tantos pueblos, entre otras cuestiones sociales y medioambientales, proceden de modelos insostenibles de producción y consumo, fomentados por una economía
que se apoya en el eternamente insatisfecho deseo del hombre sin Dios.

La llamada espiritual a la contemplación, descrita por san Juan de la Cruz
como proceso de maduración del deseo, es una propuesta que puede sanar tanto a
las personas como al planeta.

El camino espiritual contemplativo de transformación por medio de la oración, la comunidad y el servicio puede fomentar una recuperación personal, comunitaria y planetaria en la medida en que los elementos de esa espiritualidad nos ayudan a tomar conciencia de que:

  • Pocas cosas son realmente necesarias (la sobriedad como estilo de vida personal y comunitario).
  • Muchas veces, “poco” encierra “mucho” y es “bastante” (“Solo Dios basta”, solía decir santa Teresa).
  • La insatisfacción forma parte de la vida (aceptémoslo con tranquilidad).
  • Los deseos y aspiraciones humanas son infinitos porque estamos hechos para Dios.

Las acciones locales de nuestras comunidades tienen consecuencias globales. Cambiemos urgentemente los hábitos de nuestra vida común que pueden afectar la salud planetaria. Deberíamos también esforzarnos por fomentar una nueva economía de las necesidades humanas, en vez de una economía de máxima rentabilización que funciona sencillamente contra todo y
contra todos.

El momento presente nos apremia a abrir los ojos de muchas personas a la necesidad de preservar la calidad de la vida y la existencia de las criaturas que pueblan la tierra, de forma que todas ellas, y también nosotros, podamos continuar nuestro camino diciendo que Dios pasó por nosotros y, yéndonos mirando, vestidos nos dejó de hermosura.

UISG – Boletín Número 147 – 2011
31Eduardo Agosta Scarel, O. Carm.

Subida al Monte: «Laudato Sí»

Oh bosques y espesuras plantadas por la mano del Amado!

Oh prado de verduras de flores esmaltado, decir si por vosotros ha pasado.

Juan de la Cruz constataría en estos tiempos que hay menos bosques, menos espesuras, menos prados de verduras de flores esmaltados, y aquellas maravillas, ¿qué tal, hoy, por estos sotos y riberas?

¿Adónde quedaron las majadas

que por el otero asoma?

 

¿La Tierra se ha unido al gemido,

junto al Amado?

Junto al árbol, asido a ello,

clamor del pobre,

adolece, pena y muere.

 

Fronteras fuertes,

montes pelados,

riberas, sin pescados.

¿No nos deja helados?

 

Aquellas mil gracias derramadas,

 con presura perdieron su figura,

dejando su hermosura,

entre una boina gris,

unas telas viejas,

sin remiendos,

ni enmiendas.

 

Ay, ¿Quién podrá sanarme?,

Decidme,

si nuestro canto de sirenas,

dejaron mudos los mensajeros,

atrapado el mar,

entre fuel y oil,

dejándonos muriendo,

adoleciendo,

con un no se qué,

que se no si se sabe,

si puedo algo,

importa o qué…

 

Apaga los enojos,

los malos humos,

el hacer destrozos,

mil fuegos, antojos,

todo es nada,

deshacellos,

y, sin tenerlos,

véante mis ojos.

 

¡Ay, cristalina fuente!

dejaste tus semblantes

ya fuera de mi alcance,

he de subir al monte

extender mil visados

 la plata, los cercados,

protegerlos. vigilarlos.

 

Ay, mi fuente,

natural espejo

de mi anhelo,

quiero mirar mi cambio,

el de los incontaminados ojos,

aquellos en ti dibujados,

por ti acabados,

de principio a fin,

 sin el color moreno,

que tanto en mi hallaste,

limpios en tu espejo,

cristalina fuente,

de tu pecho florido.

 

Vuélvete, paloma,

vuélvete para verte,

verte mientras me ves,

vente al otero, asoma

ya el ciervo vulnerado,

toma al aire fresco,

de tu vuelo,

las montañas,

los valles solitarios,

las ínsulas extrañas,

los ríos sonorosos,

el silbo de los aires amorosos,

el cerco se sosesiega

noche serena,

sin ser vista ni hallada,

qué bien se la fonte,

que mana y corre.

 

«La creación está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8, 19)

La Comisión Diocesana de Ecología Integral (CDEI), de la Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación del Arzobispado de Madrid, ofrece el documento: “Cuaresma 2019, propuesta de camino de conversión a la luz de la carta encíclica Laudato Si’ y los mensajes del papa francisco”.

En defensa y custodia de nuestra Casa Común y de las personas que más padecen su deterioro:

  • Reflexiones del Papa Francisco desde la Laudato Si’ y desde otras intervenciones suyas sobre la contaminación y el cambio climático, el caso del agua, la pérdida de biodiversidad, el deterioro de la calidad de vida y la degradación social, la inequidad del planeta, la debilidad de las reacciones y la diversidad de opiniones.
  • Lecturas lecturas bíblicas del día.
  • Temáticas semanales en un formato de fichas independientes, sugerencias para la conversión y la acción personal y comunitaria.
  • Mensaje de Francisco para esta Cuaresma 2019.

Don Carlos Osoro, Cardenal de Madrid Cuaresma 2019 Comisión Diocesana de Ecologia Integral.jpg

El documento que se ofrece a continuación, puede descargarse aquí

Las rutas de Jesús de Nazaret, Francisco Negral, ocd

Desde la gratitud, este gran peregrino de Tierra Santa, que lleva allí 48 años, que ha recorrido miles de kilómetros por la tierra de Jesús, nos dice que todo su libro más que centrarse en su saber, se centra en la persona de Jesús.

A partir de ahí, todos los lugares, geografía, acontecimientos, citaciones, quieren apuntar, sobre todo, al Gran Caminante, conectar con esa persona, manantial del que nunca deja de brotar, agua fresca, fuente que mana y corre, Jesús de Nazaret, guía, camino.

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Más que comprenderle a él, lo cual sería una quimera de un calibre que sobrepasa nuestro conocimiento, Paco nos adentra en la tierra  de Jesús, para conectar con él, aprender siempre más de él, que sea él quien guíe, más que por razonamientos, y discusiones, que sea, tocando tierra, proponiendo ir a través de el, por su recorrido, sobrepasando aquello de si es Dios o no lo es Dios, si vivió o no vivió, si los evangelistas se lo inventaron o no, metiéndonos en otra perspectiva, en la que el autor nos coloca: como un cuadro, un lugar, una tierra, desde la cual, poco a poco, se va manifestando a nosotros, y, nosotros, le vamos siguiendo, vemos que se nos va mostrando, vamos detrás de él, tras su huella, acogiéndole cada uno como desee, como lo necesita, y claro, descubrir, que uno no quiere dejarle nunca, pues Jesús es siempre peregrino, el primero de todos, que nos precede, y acompaña, en el camino de la vida, Jesús siempre está ahí, «Las rutas de Jesús de Nazaret«.

Todo encuadrado en un triángulo, que, como en un espejo, despide luz, reflejando la Tierra, el Pueblo, Dios, elementos que forman parte de la memoria colectiva del pueblo de Israel.

Una Trilogía, en  la que Jesús se manifiesta como guía, y hace que nuestro peregrinaje no se acabe, sea fuente que mana y no se acaba, hacia la Tierra Prometida, desde el Éxodo del Pueblo que Dios guía en el Desierto.

Francisco Negral, sabe que no se puede sobrevivir solo en el desierto. Ha recorrido esas tierras durante más de 40 años. Repasa la historia del pueblo, desde las tribus que se unen para caminar juntas ante el desierto de la vida, tan duro e inhóspito.

Nace el pueblo de Dios, Dios a quién Jesús llama Padre, lo llama así siempre, excepto en el último momento en que le dice «¡Dios mio, Dios mio por que me has abandonado!»

A través de esta trilogía siguiendo a Jesús, éste se manifiesta muy auténtico, muy gráfico. El libro pretende que Jesús sea siempre nuestra guía, que nuestros peregrinajes no se acaben, que continuemos aprendiendo.

La figura de Moisés, el hombre más humilde, da paso a que Dios lleve y se reserve la guía de su pueblo, los demás somos mensajeros de Dios.

Este libro refleja al autor, es su vida, vuelve a su infancia, a su pueblo, a sus padres, a la gente que le acompaña, ese día, como otros, en todos aquellos acontecimientos en los cuales ha sentido a este Dios acompaña, un Dios sencillo, un pueblo que de hecho le ha seguido ayer como hoy, como siempre. Fue notoria la presentación del libro en Castilfalé (León), pues, como señaló Pedro Navajas en su intervención, fueron de toda la comarca,  y que allí estaban, a su lado también, este día, en Madrid, acompañándole.

A los 19 años, Francisco Negral dejó su pueblo, fue a Israel, una llamada que nos contó a lo largo de la presentación del libro y que podéis seguir integra en:

No es un libro que está muerto en letras quietas e impresas, sino que mueven, impresionan, llevan olor a Tierra y toco los Orígenes de la familia, del lugar de donde somos, de donde venimos, de la Tierra a la que nos dirigimos, guiados por unos pasos, las pisadas del pueblo de Dios, desde su susurro, el Susurro de Dios que nos guía siempre.

La estrella es un susurro de joven, de 1986.

La sandalia el año aparece al lado.

La caracola, del hogar casa de mis abuelos,

estuvo en su casa

ahora está en mi habitación.

El Agua, del Jordán,

Fonte que mana y corre,

de noche iremos,

de noche,

solo la sed nos alumbra,

a aquesta escondida fuente,

para darnos Vida.

Santa Teresa cita a la princesa de Éboli

Princesa de Éboli y Teresa de Jesús
Princesa de Éboli y Teresa de Jesús

Fue un encargo. Ana Diosdado regresaba a escena tras un largo silencio de una década para dar voz a Santa Teresa de Jesús. Y fue también su último montaje. El cielo que me tienes prometido ha reunido la esta noche en León a la monja abulense con la princesa de Éboli, dos de las mujeres más poderosas y fascinantes del siglo XVI.

«Se me ocurrió reproducir su encuentro porque eran dos mujeres con el genio muy vivo; ambas tuvieron discusiones y enfrentamientos durante la construcción del monasterio de Pastrana y pensé que podría tener interés ponerlas sobre un escenario», confesó Diosdado en la presentación de la obra, pocos meses antes de su muerte.

La veterana actriz María José Goyanes encarna a la santa e Irene Arcos a la princesa del parche en el ojo. El reparto lo completa Elisa Mouliaá, en el papel de la novicia Mariana y único personaje inventado, quien ofrece una tercera perspectiva entre los dos personajes históricos. Además, se escuchó en off la inconfundible voz de Emilio Gutiérrez Caba recitando poemas de San Juan de la Cruz.

El título de la obra procede de un conocido poema del siglo XVI, el Soneto a Cristo crucificado, de autor anónimo, que dice: «No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte». Ana Diosdado muestra a una Teresa de Cepeda más humana y a una controvertida y mitificada, para bien y para mal, princesa de Éboli. Un trabajo de ficción pero que en lo histórico no falta a la verdad.

Un choque de dos egos, de dos personalidades arrolladoras el último día que se vieron, una noche del verano de 1573, tras el fallecimiento del marido de la princesa de Éboli, y al pretender la desconsolada viuda tomar los hábitos en la alcarreña villa de Pastrana, pero sin renunciar a seguir siendo tratada con los honores y la pompa de una princesa.

En El cielo que me tienes prometido, una coproducción entre la Compañía Salvador Collado y el Teatro Calderón, Diosdado juega a su antojo con tres personajes femeninos, con sus debilidades y con sus anhelos.

Tomado de Diario de León