
El susurro de Dios en la cueva donde estaba Elías y el silbo de los aires amorosos en San Juan de la Cruz por el P. Salvador Ros, carmelita descalzo.

Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,
la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.